La idea del tema es mostrarte los aspectos más importantes a
tener en cuenta para cambiar los componentes de tu ordenador y así ponerlo a
punto. Se trata de una serie de recomendaciones muy sencillas y básicas para que
incluso los nóveles en la materia puedan adentrarse en este interesante mundo.
Microprocesador
Empezaremos con el que para muchos es el componente clave en
un ordenador: el microprocesador o CPU. En los últimos años hemos visto un
enorme crecimiento en el rendimiento de las CPU, y éste parece que no va a
parar. Por esta razón podemos aclarar lo siguiente:
Si tu CPU tiene una antigüedad mayor a tres años no la
actualices, porque no compensa. Mejor ahorra y actualiza el ordenador al
completo, ya que aunque adquiras un equipo muy básico ofrecerá un rendimiento
por encima del que tienes actualmente. Si tu CPU tiene una antigüedad menor a
tres años y además es un equipo básico – por ejemplo AMD Athlon II de entrada o
Intel Core i3 – puede ser interesante aprovechar la placa para añadirle un
nuevo microprocesador de segunda mano.
Si tu CPU tiene una antigüedad menor a tres años y además es
un equipo de gama media o alta – AMD Phenom II o Intel Core i5 o i7 – lo más
probable es que no necesites una actualización de la CPU, ya que todos estos
modelos se comportan excelentemente bien.
A la hora de renovar la CPU lo más importante es tener en
cuenta el modelo de placa base, y más concretamente el socket que estemos
utilizando y el del procesador en el que estemos interesado. Precisamente si es
un procesador antiguo lo más probable es que sea una plataforma obsoleta, de
forma que tengamos que renovar la placa base entera y es por esto por lo que no
merece la pena la actualización.
Memoria RAM
La memoria RAM es uno de los componentes más cómodos y
sencillos de actualizar: simplemente compras unos nuevos módulos, los “pinchas”
y listo. Al igual que en el punto anterior vamos a separar las posibilidades
dependiendo de la antigüedad del ordenador:
Si tenemos DDR1 o anterior, mejor olvidarnos de actualizar
nada a no ser que encontremos alguna ganga en el mercado de segunda mano. Si
tenemos DDR2 hablamos de un equipo con unos cuantos años a sus espaldas, y por
tanto tenemos que ponernos en la mente de lo que podíamos montar por
entonces:
Actualizaría hasta los 2 GB, 4 a lo sumo, pero no más allá
porque el precio del módulo resulta muy caro. Si tenemos DDR3 actualizaría a 4
GB, una cifra suficiente para las tareas convencionales. No sería descabellado
subir a 8 GB o incluso 12, si bien en líneas generales tales cantidades no
serían necesarias para un uso convencional. En todos los casos deberíamos
aprovechar las máximas frecuencias soportadas por la placa base así como los
canales disponibles en nuestra plataforma:
Dual, Triple o Quad Channel, y por supuesto tener en cuenta
que los sistemas operativos de 32 bits están limitados a 4 GB de memoria RAM.
Por último, añadir que la memoria RAM es uno de los componentes que más afectan
al rendimiento general del equipo, sobre todo si tenemos una cifra por debajo
de lo normal.
Tarjeta gráfica
Un tema complejo y nada trivial: actualizar la tarjeta
gráfica:
Si nuestro modelo actual es muy antiguo (por debajo de
NVidia 200 Series o AMD 4000 Series) y actualizamos la tarjeta gráfica
seguramente estemos creando un precioso cuello de botella, es decir, desaprovechando
los recursos de la GPU, con lo que no es recomendable hacer el cambio.
Únicamente tendría sentido si buscamos un menor consumo energético o generar
menos ruido y calor, en cuyo caso sería interesante optar por un modelo básico
de la actual generación.
Si nuestra GPU actual es moderna respecto de lo citado
anteriormente, puede ser una interesante opción reemplazar la tarjeta gráfica
por una básica o media de la actual generación. Por ejemplo, para que os hagáis
una idea: una gama media actual rinde como la GPU más puntera de hace tres años
por un precio de la cuarta parte, un consumo sensiblemente menor y mucho menos
ruido generado.
Aquí existe una máxima muy importante: si estás contento con
cómo se mueven los juegos con tu gráfica actual no necesitas cambiarla. La GPU
afecta principalmente a los videojuegos, con lo que si notas que tu ordenador
va lento en otros aspectos será mejor atender precisamente a otros componentes.
Tampoco pienses que comprar una nueva tarjeta gráfica potente implicará mover
Battlefield 3 al máximo, porque te llevarás un disgusto.
Almacenamiento
Con la irrupción de los SSD en la escena del almacenamiento
doméstico seguramente muchos estaréis deseando que comente este punto.
Evidentemente los Solid State Drive se han convertido en un componente muy
importante para el rendimiento del ordenador.
Primero hagamos algunos números: un SSD potente actual suele
ofrecer cifras de rendimiento reales en torno a los 300 o 400 MB/s, bastante
más que los aproximadamente 100 MB/s de un disco duro tradicional. La
diferencia es notabilísima, ¿verdad? Veamos en qué circunstancias merece la
pena optar por un SSD:
Si tu ordenador es SATA1 o anterior, no compensa en
absoluto. Si tu ordenador es SATA2 puede ser una interesante opción añadir un
SSD como almacenamiento para el sistema operativo y lo más básico. Ahora bien,
ten en cuenta que tendrá que ser una unidad SATA2 y no SATA3, puesto que
estarías limitando su rendimiento. Otra opción es construirte un RAID0 de
discos duros que ofrecen un rendimiento algo por debajo, pero en contrapartida
su capacidad es mucho ¡mucho! Más alta.
Si tu ordenador es SATA3 significa que su compra ha sido más
o menos reciente y en este caso te recomiendo, si tienes pensado invertir algo
en tu ordenador, que sea en un SSD: al menos un modelo de 60 o 120 GB para
cubrir el sistema operativo y algo más. Ir a capacidades más altas no compensa
por el alto precio por GB que tienen estos dispositivos. El SSD es uno de los
componentes que más afecta al rendimiento general del ordenador: sistema
operativo, ventanas, aplicaciones, etc. todo en general cargará con mucha más
rapidez.
Otros
Dejamos el último apartado como más genérico: otros
componentes. En líneas generales deberemos cambiar, actualizar o añadir aquello
con lo que no nos sentamos cómodos.
Seré un poco más explícito: el ruido, por ejemplo, depende
de los componentes que tengamos instalados. Si llega a molestarnos puede ser
una interesante idea determinar de dónde viene y cambiar ese componente. Lo
mismo ocurre si queremos añadirle una nueva funcionalidad (un lector de
tarjetas flash, puertos USB traseros, etc.), si queremos otra estética (una caja
nueva) o incluso si pensamos que un día la fuente de alimentación terminará
reventando (sí, ocurre si es de mala calidad y lleva muchos años a sus
espaldas). Para finalizar he de realizar una pequeña advertencia:
Cambiar ciertos componentes no es nada fácil, mientras que
la actualización de otros puede considerarse un juego de niños. Por ejemplo,
renovar la CPU es un proceso bastante complejo que no recomiendo a
principiantes salvo que tengan la supervisión de alguien que sí conozca el
proceso. Por contra, renovar la memoria RAM es lo más fácil que podremos
realizar (e incluso en algunos casos es lo más recomendable).
Reconocimiento: Ing. Ricardo Franco
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